viernes, 4 de diciembre de 2015

Mi hermana y su aniversario

Llegó un día a casa, metida en un canastillo, y aunque yo sabía que no iba a ser un queso de bola, no perdí la esperanza. Fue mucho mejor, había una personita dentro del capazo que me miraba con asombro.

Llegó mi hermana a casa, y empezamos a crecer juntos, a compartir momentos de nuestra infancia como ésas mañanas de fin de semana, tapados con las faldillas de la mesa camilla y comiéndonos kilos de mandarinas mientras veíamos los dibujos animados en TV. Rozábamos y discutíamos en prácticamente todo: desde quién tenía más sitio en el asiento trasero del coche de mi madre hasta los gustos musicales, pero ahí estábamos siempre que nos hiciéramos falta, acompañándonos en los momentos difíciles.

Pero han pasado tantas cosas desde que llegó, y se ha ido tantos kilómetros lejos de casa, que cuando vuelva en Navidad sólo vamos a tener ganas de abrazarnos fuerte.

Hoy es su cumpleaños, no diré cuántos, pero diré y mantendré siempre que no los suficientes. Sara, te quedan muchas velas que soplar aún, muchos tirones de orejas que aguantar, y espero poder estar ahí, si no a tu lado, sí cerca en el corazón. Porque te quiero, porque tengo mucha suerte de que seas mi hermana, y porque no podía mandarte un regalo a tiempo: ¡¡FELICIDADES, HERMANA!!

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