viernes, 15 de enero de 2016

Brindando cenizas

Una vez más, vuelvo a brindar con el cenicero, por volver a encontrarnos en aquella barra de bar y reconocernos de nuevo fundiendo nuestras pieles a las sábanas.

El acompañamiento al brindis lo proponen Soledad y Melancolía, la primera siempre está ahí aunque no se deje notar, y la segunda va y viene a su antojo, sin importarle demasiado los ánimos de los demás. Son el aire que ayuda a consumir el cigarro y la ceniza en que se convierte, siempre presentes el aire y la soledad inherente al Ser Humano, imprevisibles la caída de la ceniza y la tristeza...

Apenas queda en mi boca el sabor de la última bocanada de humo y ya estoy encendiendo otro cilindro nicotinado que clavará otro cilindro acerado en mi ataúd. La cerveza comienza a exudar a través del cristal de la botella, así que baño de nuevo mi garganta con su frescor burbujeante, paladeando hasta con las encías el zumo de cebada.

Vuelvo a tapar el bolígrafo, cierro el cuaderno, pido otra cerveza y enciendo otro cigarro. Es hora de dejar de escribir para volver a leer.

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