martes, 23 de abril de 2019

Pensando recurrencias

Las palabras se me añurgan en la garganta, en vez de salir por donde debieran, se quedan dando vueltas dentro de mi quijotera. Se atascan al llegar a la nuez, se revuelven en la lengua, y suben hasta quedar atrapadas en el cerebro, como moscas en un tarro de cristal: revoloteando y golpeando las paredes.

A veces es una réplica ingeniosa pero tardía, en eso que los franceses llaman "l'esprit de l'escalier", a veces es otra cosa... Y es ésa otra cosa, la que tensa en estos inciertos días, las velas de mi pensar. Atormenta mi existencia de forma recurrente, "¿qué habría pasado, de haber sido las cosas de diferente manera, de haber tenido el valor de decirlo?". Mis pensamientos vacilan al vaivén de las posibilidades, sigo nadando hacia el centro de la tormenta, temeroso de ahogarme si me fallan las fuerzas, decidido a llegar a alguna costa que me acoja.

Continúan las olas, formando acantilados contra los que choca la quilla de mi mente, a la espera de que llegue la calma o la zozobra. Y en ése faro estático, bajo ése techo protector, es donde libero al monstruo. ¿Cómo impedir que el propio ego sobrepase el tamaño del cuerpo físico, cuando es necesario e imprescindible que el ego sea más grande que una misma? Sin ésa idea, ¿qué somos, si no cáscaras de personas con una yema demasiado pequeña?

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