viernes, 21 de junio de 2019

Insomnio perenne

Hace demasiadas noches que duermo poco y apenas consigo descansar. Me levanto un par de veces, a mitad del sueño, para volver a caer otro breve rato en los brazos de Morfeo. La mayor parte de los días me despierto antes que las alarmas del despertador, y cuando suenan por sorpresa, apenas llevo 4 horas dormidas de seguido.

El cansancio ayuda a la gravedad a tirar de mis brazos, dobla paulatinamente mi espalda a partir de los hombros, y cada vez más a menudo tengo que estirar el cuello hacia los lados, haciendo crujir la zona cervical como quien parte unas nueces. Los párpados tienen que luchar contra la espesa densidad del aire, similar a un espeso líquido que contribuye a ralentizar movimientos y pensamientos.

Desconocía el porqué del retumbar constante en las sienes, a pesar de tener noches en silencio, rotas muy de vez en cuando por el grito de algún autillo enarbolado en la lejanía, o el maullido de un gato en su ronda nocturna. Incluso mi reticencia a tomar fármacos para dolores comunes, como el de cabeza, se ha derrumbado. Empiezo a tomar pastillas prácticamente a diario para intentar rebajar la presión de su cabeza, y he vuelto a la vieja costumbre de juventud de fumar maría. Quizás así consiga matar dos pájaros: el de las noches en vela y el de los días de jaqueca.

Los dolores de cabeza se han convertido poco a poco en migrañas, cada vez más frecuentes y punzantes. Una migraña constante acuna mis días, el insomnio permanente grita en mis noches. Lo único que voy sacando en claro es que una vida de apacible soledad está matándome...

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