lunes, 4 de agosto de 2008

No me bajo del burro

En éste caso de la burra, la bici. Se discute en el foro de la BC el mal comportamiento de ciertos ciclistas en la pasada BiciCrítica Pirata. No pude asistir, pero por lo que se ha escrito, hubo algún altercado con enlatados furiosos y los antidisturbios al final del paseo, además de que algún bicicrítico ha comentado la mala imagen que dan los que hacen el cabra y pedalean en los carriles de sentido contrario.
Tengo además la fortuna de contar con el cariñoso apodo de mono-temático de la bici, y me toca escuchar lindezas del tipo "los ciclistas os saltáis los semáforos y hacéis lo que os da la gana" o "vete al campo", cuando no me mandan a lo que, concretando en el tema rural, se termina llamando estiércol.
Como si yo, o cualquiera que usa la bici, con más o menos frecuencia, en su vida habitual, no sólo para darse un paseo por el parque el sábado por la mañana, tuviéramos culpa de la mierda de vida que les ha tocado en suerte vivir. No soy yo el que hace que tenga que ir con prisas al curro (o donde carajos vaya con ésas prisas enlatadas).
No basta con destrozarme los pulmones detrás de un autobús diésel, o pasando entre retrovisores montones de chatarra humeante, habitados por seres malhumorados y con modales del medievo. No basta con no contribuir a ensuciar el aire que respiran estos extraños seres y sus proles, además tenemos que aguantar las tonterias del desconocimiento y los insultos que nos arrojan los jefazos mundiales, los señores con traje y puro que cortan el bacalao económico global, a través de las gargantas de miles de enlatados, ansiosos del caldo de petróleo que beben sin parar sus sucias monturas, iracundos por no poder disfrutar la libertad, la libertad que le vendieron con nosécuántos cientos de caballos bajo el capó.
Pues no se puede acabar con un melenudo pedalero, al menos no tan fácilmente. Ya me pueden decir que soy un hippie fumaflores, un antisistema que no tiene coche con casi 30 septiembres, que si la abuela fuma... Me la sopla. Seguiré pedaleando con sol, lluvia, viento, o lo que me depare la climatología diaria. Con una sonrisa al adelantar enlatados, por ver lo estúpido de una conducta que no se va a sostener siempre, a pesar de los típicos yonkies del "dejaré de echar gasolina cuando cueste 2 euros el litro", que ya decían lo del "dejaré de echar gasolina cuando cueste 20 duros el litro", y volverán a decir "dejaré de echar gasolina cuando cueste 20 euros el litro". Tiempo al tiempo, y pedales a las bicis.
Después de la queja, el conejo..., digo, el consejo del día, os lo llevo repitiendo desde los inicios de la bitácora, pero lo recordaréis cuando tengáis que vender el coche para comprar gasofa, ¡ah!, y cuidado, que las calles están llenas de desconocidos con caramelos.


PD - Acabo el turno mortífero a las 7:00 am, tengo una semana libre por delante... Ya volveré.

2 comentarios:

  1. Qué identificada me siento con tu artículo... Yo soy menos valiente y menos íntegra que tú: menos valiente porque, de momento, por Madrid no hago mas que trayectos cortos desde la estación de tren hasta la casa de algún amigo, lo de meterme entre los coches en plena Castellana aún me supera; menos íntegra porque yo sí que tengo coche, pero ahora lo he dejado para trayectos largos, de estos de cruzarte media península. Ha quedado relegado a viajes esporádicos después de comprobar, durante una temporada en que por trabajo tenía que cruzarme Madrid en coche varias veces al día, que me transformaba en una enlatada nerviosa, furibunda, ¡en peor persona, vamos! Y es que parece que detrás de un volante, y en medio del atasco, es difícil no sufrir transformaciones casi demoníacas.

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  2. yo quiero hacer eso, la verdad que mucha proeza, no sé, me parece que hoy dia a montarla en 2 ruedas hay que tener mas que saber pedalear...

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