martes, 3 de mayo de 2011

Con la tonteria

Bueno, pues acabo de volver al turno nocturno, y mientras perdía el tiempo haciendo nada provechoso, me he dado cuenta de que esto lleva 2 meses sin actualizar...
Diréis "claro, estás to'l día moñeando con el Twitter", y sí, tenéis razón, pero también ha habido ciertos cambios en mi vida... ponéos cómodas, que empiezo...

Todo empezó una fría mañana de invierno (o primavera, que no puedo acordarme de todo). El sol empezaba a salir por entre las nubes y... ah, que vaya al grano, vale, vale...

He empezado a currar en AiBiEm (mantengo el nombre real de la empresa en el anonimato, por lo que pueda pasar), como administrador Jr Linux (en el contrato con la empresa-garrapata, léase consultora, tengo otra categoría, pero las funciones son las de un administrador), para un cliente de dicha empresa, al que llamaremos N-Désa. No es un cambio muy a mejor, ya que estaba haciendo turnos antes, pero la cantidad de efectivo es mejor (aunque aún no he cobrado), y las tareas y funciones pues ya son otra vaina: para empezar, nada de tirar cables o echarme al suelo, para seguir, nos olvidamos de las 2 putas BlackBerries, y para terminar, pues en bici lo tengo más accesible.

Siguiendo con las novedades novedosas, la barba sigue creciendo, el pelo ha empezado a rizarse (y a crecer, no se crean), y creo que por fin voy a dar el estirón... bueno, ésto último lo tengo que mirar, pero casi seguro...

Otra novedad (estoy que lo tiro): Tigrilia ya es, oficialmente, mi burra todo terreno. La probé en el parque Tierno Galván, me trajo un par de días al curro, pero en el estreno oficial en el viaje a los Pueblos Negros en Semana Santa, me dió el primer disgusto: la biela izquierda se aflojó. Para entrar más en situación, os digo que estábamos en un parque natural, subiendo una cuestecilla, y a pesar de apretarla con los escasos medios que llevaba (ninguna llave de la medida), ella insistía en aflojarse cada 5 minutos (o menos). Nos volvimos al pueblo preguntando a la gente que nos encontrábamos si tendrían una llave de tubo del 15 ó 17. Al final unos lugareños que estaban currando nos dejaron la adecuada: una carraca con tooooodas las llaves de tubo numeradas y en orden (bueno, más o menos). Se apretó el tornillo de la biela, y ahí sigue, sin dar por cu- en otro orden de cosas, pues poco más, que sigo bebiendo bastante café, que sí, que estoy enganchado al Twitter, y que sigo con el tratamiento de desintoxicación de Facebook (esto último puede no ser verdad).

Cuando tenga alguna chorrad- algo más interesante que contar, pues por aquí lo podréis leer (y si no, pues me dáis un toque al móvil y os lo cuento de viva voz).

El conejo... digo, el consejo del día es que no aceptéis trabajos, es mucho mejor vivir de las limosnas o de robar. Al menos no tendréis que aguantar a ningún jefe tocapelotas o a directivos sobacojones.

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