martes, 27 de enero de 2009

Crónica de un taller anunciado (Diarios de bicicleta 10)

Tras unos días de atención mediática sin precedentes (TelevisiónEsPañola, TeleMandril, El Mundo...), el Patio Maravillas sigue resistiendo (ahora y siempre, como en los comics de Astérix), al especulador. Tras la orden de desalojo por parte de los de la toga, a petición de un dueño que tenía vacío el inmueble (un antiguo colegio, que llevaba 7 u 8 años vacío). Tras la ruina creciente, llegaron los soñadores, la gente con ideas y ganas, los abanderados de la alternativa social, limpia y ecológica. La vecindad comenzó a entablar relaciones con tan peculiares vecinos, los mayores comenzaron a mirarles con otros ojos, y se acercaban a las fiestas y charangas a charlar y escuchar, a darse cuenta de que sus problemas de toda la vida eran los que estos antisistema, con sus palestinos y rastas, intentaban solucionar... aunque fuera sin la aprobación del gobierno (local, regional o nacional).
Pues bien, el pasado 22 de enero, llegó la orden de desalojo acompañada por 6 aguerridos agentes del orden. La muchedumbre que se juntó en la puerta (entre 200 y 400 personas según los medios), entre tambores y panderetas, pancartas y carteles de apoyo, numerosas cámaras de fotos y televisión, incluso web-cams retransmitiendo online gracias al Hamlab, consiguieron que se lo pensaran mejor.
Se teme lo peor, pero sin perder la esperanza (ojo, no la presidenta de la Comunidad del Mandril). Suponen que terminarán desalojándoles al estilo del Palacio Malaya: con 10 ó 15 furgones hasta los topes de maderos cabreados, con nocturnidad y alevosía. Cuando no haya nadie que pueda defender el fuerte de la libertad.
Ayer estuve en el taller de autorreparación del Patio, ya que empezaba a acumular óxido en la cadena de la Torpeda y no quería que me diera un susto. Gente a la que ya conocía (JuanmaK, Deiviz, Barreiro) y gente a la que no (Jota, Jorge?, ya sabéis que no se me da bien acordarme de los nombres...), empezábamos a hablar y juntarnos alrededor de los cuadros, horquillas y ruedas a medio arreglar. Cada uno venía a lo suyo, y a lo que pudiera ayudar: un chico intentaba montar un desviador aceptable juntando piezas de unos cuantos que se acumulaban en una caja, esperando el final de su camino al chatarrero; otro chico se afanaba por ponerle un cable al freno, que finalmente no era compatible con el sistema de las palancas de su bici; un tercero centraba su rueda mientras respondía a 3 (léase tres) chicas que venían a preguntar y hacer fotos (posibles periodistas infiltradas, puede que pasen por Seco el miércoles)... Un no parar.
Larga vida al Patio, y un aviso a las autoridades: podréis cerrar el Patio Maravillas, podréis desalojar mil centros sociales, pero nunca cerraréis nuestros sueños, ni desalojaréis nuestras ideas.

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