viernes, 23 de septiembre de 2016

Sombras luminosas

Hay ocasiones, en la intimidad de mi soledad, en que sólo me parecéis sombras que orbitan a mi alrededor, ilusiones que cada cierto tiempo y de forma más o menos caótica pasáis cerca de mi. Como diferentes cuerpos celestes, cada uno con su cíclo y elipse diferente, afectando con su gravedad el movimiento del resto de astros y el mío propio.

Unas veces sois para mí sólo sombras que dejan un rastro de luces, sensaciones y ensoñaciones al alcance de mis manos, pero que rara vez logro alcanzar. Otras veces, y tengo que reconocer que son la gran mayoría, os siento cerca, os veo y hasta os puedo tocar, aunque no estéis físicamente ahí. Es una sensación difícil de explicar, notar la cercanía a pesar de las distancias, sentir a las personas en quienes apenas piensas durante el día a día, y descubrir que están al alcance de una llamada o de un mensaje.

Las estelas quedan ahí, aunque haga años que no vemos cruzarse nuestros rumbos. Como surcos en un camino embarrado, moldeando la forma en que pisamos, dejáis marca en mi sendero. A veces invisible, como un aroma que se percibe cuando lleva un rato en nuestra nariz, y nos acompaña hasta el cambio de paisaje, recordándonos evocaciones emotivas sin aparente relación. Basta que cualquier casualidad nos devuelva ése olor para que nuestros cuerpos se trasladen en el tiempo, al rincón de la memoria que compartimos con ése recuerdo...

Y os recuerdo, os recuerdo como viví los momentos que pudimos pasar juntas, con mis experiencias y sensaciones, con más o menos lucidez y exactitud. Recuerdo un instante fugaz, una frase que dejó su marca en mi memoria, horas agrupadas dedicadas a perdernos los tiempos, días de furiosas palabras y caricias alargadas desde el amanecer del Sol hasta el ocaso de la Luna...

Os echo de menos, os siento cerca, os he necesitado para formarme como persona y llegar hasta donde he llegado, os acompañaré mientras queramos y nos apetezca. Cada cuál caminará una senda y, con suerte, nos volveremos a cruzar.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Celebrando amistades

Tras una semana de teletrabajo con guardia, desde el cómodo sofá de mi salón vallekano, llegó el fin de semana y las fastuosas celebraciones por mi aniversario (que aún no ha llegado, pero ya lo he empezado a disfrutar).

El viernes, viaje fugaz al pueblo a cortar uvas de la parra, y el sábado vuelta a los madriles para comer en el chino con la familia. Como hacía muchos años que no celebrábamos un cumpleaños, y seguramente por influencia de Neni (no lo digo yo, lo dijo ella). La verdad es que fue un lujo tener a casi toda la familia en la misma mesa, incluyendo a la pequeña Gala, la más reciente incorporación al clan, aunque por poco tiempo. Lucía está a punto de salir a dar la cara, y en Navidad tendrá que acostumbrarse a los abrazos y achuchones.

Luego ya vinieron las cañas, las visitas, los brindis y los abrazos. Caras que hacía demasiado que no veía, otras nuevas en las que rápidamente se vislumbraba sinceridad. Iban cayendo las cervezas y surgiendo los regalos, aunque para ser sincero, el primero fue cosa de Iván y Rebeca, una camiseta de "The Walking Dead" que he estrenado en el turno del dolor de ésta semana (Sabadell de 7:00 a 15:00). Lo siento si confundo alguna cosa, el alcohol corrió como un río en primavera y ciertos detalles se han desvelado a posteriori con un vídeo.

- Botella de sidra natural, no recuerdo muy bien si la trajo Dani, otra persona o si estaba ya en la mesa cuando nos sentamos..., traída ex-profeso por CriCri y Sergio desde las mismérrima Asturies
- Candado Trelock, cortesía de Más Que Parches (Alberto y Sara).
- Taza de Chewbacca, de parte de Gael, CriCri y Sergio.
- "Una declaración de intuiciones", de Álvaro Neil, aka Biciclown + Botella de hidromiel Helheim, del amigo Fernan.
- Camiseta de << Carril 30 >> reflectante + un delicioso pastel de calabaza que compartimos entre todas, de parte de Cristina y Juan (y el resto de piratas de Getafe).
- "Ultraviolencia", de Miguel Noguera, de manos de Marta, Ángel y Carlos Turiel.
- Botella de vino tinto, traída directamente desde Casavieja por Wayra, Gabriela y Tito.
- Un par de raciones de... cosas, cortesía del Poyo ;)

Pero lo más valioso, el mejor regalo de todos, fue tener a toda aquella gente queerida allí, teneros cerca, compartir el tiempo en cualquier sitio, hablando de nada y de todo. Incluso a las personas que no pudieron venir por diversos motivos les sentí cerca, avisaran o no de su ausencia.

Os quiero

PD: Entrada actualizada después de "descubrir" quién trajo la botella de sidra. Bendita resaca :D

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