viernes, 15 de enero de 2016

Brindando cenizas

Una vez más, vuelvo a brindar con el cenicero, por volver a encontrarnos en aquella barra de bar y reconocernos de nuevo fundiendo nuestras pieles a las sábanas.

El acompañamiento al brindis lo proponen Soledad y Melancolía, la primera siempre está ahí aunque no se deje notar, y la segunda va y viene a su antojo, sin importarle demasiado los ánimos de los demás. Son el aire que ayuda a consumir el cigarro y la ceniza en que se convierte, siempre presentes el aire y la soledad inherente al Ser Humano, imprevisibles la caída de la ceniza y la tristeza...

Apenas queda en mi boca el sabor de la última bocanada de humo y ya estoy encendiendo otro cilindro nicotinado que clavará otro cilindro acerado en mi ataúd. La cerveza comienza a exudar a través del cristal de la botella, así que baño de nuevo mi garganta con su frescor burbujeante, paladeando hasta con las encías el zumo de cebada.

Vuelvo a tapar el bolígrafo, cierro el cuaderno, pido otra cerveza y enciendo otro cigarro. Es hora de dejar de escribir para volver a leer.

Sueño recordado

Ayer me pasó por la cabeza un sueño recurrente que tenía cuando era pequeño, tal vez incluso desde antes de tener una cierta consciencia sobre mí mismo, y se repitió de vez en cuando hasta más o menos la llegada de la adolescencia.

En la oscuridad de mi habitación, me levantaba de la cama sin recordar estar durmiendo, como si acabase de dejar mi tebeo en la mesilla y apagar la lamparita, para abrir una puerta redonda que formaba parte de la pared, aproximadamente a medio metro sobre el cabecero y de un metro aproximadamente de diámetro. La oscuridad de la habitación se veía de repente sobrepasada por la luminosidad que provenía de la habitación contigua, una suerte de cámara acorazada del Tío Gilito, pero repleta de piezas de Lego, Tente y otras construcciones que no tenían replica en la realidad de los años 80. Y ahí me zambullía en pijama, dispuesto a construir infinidad de cosas que salían directamente de mi imaginación.

Nunca llegué a ver qué hacía con las piezas, habitualmente el sueño seguía por otros derroteros que podían incluir carreras loquísimas por los pasillos y escaleras del colegio, juegos disparatados por mi pueblo o en casas conocidas. Recuerdo también que las mañanas posteriores a la repetición del sueño, me levantaba e inspeccionaba concienzudamente la pared que tenía sobre la cabeza, buscando la rendija que abría la puerta al tesoro, pero sin confiar a mi madre jamás ése secreto que ocurría sólo en mi cabeza.

Y todo por la colección de tomos de Don Miki que tenía como compañía para irme a dormir... estoy casi seguro de ello.

jueves, 14 de enero de 2016

A veces (II)

A veces no comprendo casi nada de casi todo. A veces parece que se me ilumina la mente y casi alcanzo a comprender el funcionamiento del Universo, pero levemente.

A veces siento la fatiga tan dentro y tan fuerte que parece que generaciones lleven realizado un esfuerzo titánico durante eones. A veces me siento tan fuerte que podría cargar con el cansancio del mundo y seguir corriendo entre soldados sin galones.

A veces me dan ganas de mandar todo cerca, y largarme lejos. A veces siento que todo lo que está alejado de mi se me pega a la piel mientras mi cuerpo se confunde con el horizonte, recortado contra un cielo estrellado a pleno sol.

A veces me pongo a escribir sin saber qué tengo en la cabeza, hasta que lo veo en el papel sin reconocerlo como propio. A veces es mi mente la que se pone a hilar palabras en mi imaginación, por mucho papel en blanco que tenga alrededor.

miércoles, 13 de enero de 2016

Batallitas

Una nueva batalla se perfila en el horizonte de los sentimientos. Un nuevo territorio abierto frente a nuestras fronteras que antes ni siquiera se vislumbraba. Se afilan de nuevo las armas, se engrasa el mecanismo de un ejército compuesto por experiencias anteriores y nuevos riesgos que asumir.

Merece la pena perder en mil combates contra impenetrables escudos, si al final hay una única victoria sobre las sábanas del campo de batalla, en la que quede nuestro estandarte ondeando sobre el enemigo vencido.

Saciaremos nuestra hambre de gloria mientras nos dure el sentimiento de victoria. Y volveremos a revisar nuestras lindes, en busca de otra conquista, cuando nos acostumbremos a recorrer los caminos de nuestro último territorio.

martes, 12 de enero de 2016

Propuestas y protestas

Propuestas de año nuevo hace tiempo que no tengo, salvo quizás seguir buscando la felicidad y protestar cada vez menos, no sea que se me escape el gruñón interior y no pueda volver a encerrarlo.

A favor o en contra, las protestas están y estarán, para proponer nuevas vías o cerrar las existentes. Propuestas por clamor popular en las protestas, serán nuevamente ignoradas o mutiladas por la clase gobernante, y silenciadas con los medios y los ultracuerpos de inseguridad pero no necesariamente en ése orden.

Si tuviera que proponerme algo nuevo para el año con aroma rancio recién inaugurado, sería escribir, dibujar, leer y disfrutar más. Seguir conociéndome dentro de mi mente y conociendo el exterior de mi cuerpo. Y aquí sigo...

lunes, 11 de enero de 2016

Rebobinado

Rebobinado me siento, volviendo a la oficina, a la rutina alicantina y a sentarme frente a la pantalla 8 horas al menos.

Rebobinar, un verbo en analógico desuso gracias a la era digital en que nos movemos. Volver al origen, a los comienzos, preparar de nuevo para su nueva reproducción. ¿Qué significado le darán las generaciones venideras? ¿Lo usarán para denominar drogas o comportamientos?

Me siento más bobino que nunca escribiendo esto, creo que he perdido práctica con la prosodia, a ver si éste año me pongo en forma con las letras y las hojas blancas (y con el monigoteo, claro).

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