miércoles, 17 de agosto de 2016

Formas informes

Nadie fue testigo de la caída de aquél grano en la charca, a última hora de la tarde, cuando los pastores vuelven a sus casas y los animales se dan el cambio de turno. Cayó justo en el centro del pequeño estanque, evaporando el agua al instante y convirtiendo a ranas y algas en un caldo aderezado de limo humeante y vapores nauseabundos.

La mañana siguiente trajo consigo el silencio alrededor de la ahora seca charca, ni siquiera las moscas revoloteaban cerca de donde hasta ayer hubo agua. La aparente ausencia de sonido no implicaba ausencia de vida, un pequeño líquen comenzaba a surgir en el fondo de la hoquedad. Un moho negruzco que iba ocupando el sitio del agua, conquistando toda superficie que entraba en contacto con él en un manto oscuro, salpicado aquí y allá por pequeñas motas moradas. Para el final del día, los pájaros evitaban sobrevolar la zona, cualquier animal era lo bastante sensato como para guardar una prudente distancia de seguridad, y salvo la tierra, incluso las plantas parecían evitar crecer hacia aquél líquen.

El más imprudente fue aquel muchacho que vagabundeaba el mundo, sin darse cuenta de la casi absoluta ausencia de vida, y cansado de la jornada de viaje, fue a sentarse justo en el borde del oscuro manto, y tras encender un pequeño fuego para preparar la cena, decidió montar su tienda de campaña justo sobre el mullido moho. Después de cenar, encendiendo un cigarro a la luz de la luna y las ascuas, comenzó a sentir más cansancio del habitual y un ligero mareo, por lo que arrojando la colilla a las cenizas de la hoguera, apagó ésta y se fue a dormir.

Por la mañana ni siquiera quedó un montículo en el lugar donde el viajero puso su tienda, el líquen había multiplicado su área casi por cuatro, y desde el centro, donde antes había una charca, aquel moho pasó a convertirse en un pequeño mar de hongos morados que soltaban una leve neblina de esporas grises y lilas, ganando terreno cada noche, con las estrellas como único mapa.

martes, 16 de agosto de 2016

Corral bici

Como comenté el otro día en Tuiter, y me recordó @elencita_ , hoy despotricaré sobre los corrales bici, ésas infraestructuras que llenan titulares como si fueran la panacea que esperaba la bicicleta en las ciudades. Y ni mucho menos.

La falsa sensación de seguridad que dan los corrales bici se convierte en la excusa perfecta para no pedalear por el lugar natural de la bicicleta: la calzada. Como si fueran a poner CB por todas las calles de la ciudad, o al menos, desde la puerta de cada particular hasta su destino habitual. Inviable se mire por donde se mire. Comenzaba hablando de "falsa seguridad", porque se vuelve uno dependiente del asfalto colorido del CB, y al llegar a los cruces nos creemos con la potestad de cruzarlo, como si fuéramos los únicos con derecho a circular (sospechosamente parecido al pensamiento motorizado, ¿no?).

Sumemos a los cruces la presencia de peatones paseando al perro cometa, la mala conservación general del CB, o incluso otros ciclistas o patinadores que van con miedo y poca seguridad. Es una gymkana digna de cualquier concurso de TV.

Luego están todos los comentarios despectivos hacia la bici, mediante mención al corral bici: "vete al CB y deja de molestar" suele ser el más habitual. Y muchos ciclistas lo defienden a capa y espada, porque quizás no se han atrevido a bajar a la calzada, o porque el lobby motorizado les ha fraguado el miedo en el cerebro, que también puede ser.

Y ojo, que puede que sea un buen lugar para iniciarse con los pedales o los patines, pero que luego justifiquen el "desembolso" intentando obligar a los ciclistas que ya circulan por la calzada a entrar en el CB con las piruletas azules, la famosa señal R407... pues por ahí no paso, ni yo ni muchas ciclistas. Y como quien no quiere la cosa, el otro día se me ocurrió que todo ciclista más o menos habituado a rodar por las calles, lleva una bolsita con herramientas que, llegado el caso, pueden desmontar una señal... No quiero dar ideas...

Sigan pedaleando, pero recuerden, fuera del Corral Bici hay un mundo esperando ser conquistado a pedaladas.

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