Llegamos a Dublin con un fresquete de lo más agradable, en comparación con el calor español, y enseguida nos juntamos con el Mono, que estaba esperándonos en Heuston Station para dejar las cosas en su casa (detrás de la fábrica de Guinness) y empezar el pateo.
Ésa misma noche, después de varias pintas por Temple Bar, cenamos en el Czech Inn y siguió la juerga, conociendo a Annita (la chica del Mono), Rocío (su otra compañera de piso), MariChelo y Phil (amiga de Neni y su chico)... como me empecé a encontrar mal, nos fuimos dando un paseo, que aproveché para desbeber las cervezas, y al llegar a casa nos volvimos a juntar todos de nuevo para seguir bebiendo.
El domingo fue un día de tranquila resaca, y el lunes empezamos a ver Phoenix Park bajo una fina lluvia para dejar paso a una tarde luminosa y medio soleada. Pudimos ver los ciervos, recorrer parte del perímetro de la casa del Primer Ministro, y tomarnos un café en la casa de té que hay frente a la cárcel de animales.
El resto de días (a excepción del jueves por la noche), apenas pudimos constatar el chirimiri: amanecía con nubes que iban desapareciendo a lo largo de la mañana, o bien se quedaban en la línea del horizonte, dejándonos acalorados la mayor parte del tiempo, pero permitiéndonos unos paseos de lo más majos por las calles de Dublin.
El miércoles, si no me falla la memoria (aunque quizás fue el jueves), estuvimos haciendo el Cliff Walk que va de Bray a Greystones. Para llegar tuvimos que coger el cercanías local, el Dart, poco más de 6 € por cabeza ida y vuelta. El paseo son 6 kilómetros, paralelos a la costa y a la línea de tren, sencillos, verdes, y gracias al solete alternado con la sombra de algunos tramos, muy agradable. Al llegar al destino tuvimos que probar el fish'n'chips que nos recomendó MariChelo y bebernos una pinta (que nos habíamos ganado).
Jueves de relax absoluto hasta la noche, que fuimos a cenar a Bernard Shaw, una especie de pub que se convierte en el Patio Maravillas al fondo, y donde hay aparcado un autobús de 2 plantas a modo de pizzería. Después de cenar y compartir un rato con Marcos, el novio de Rocío, nos fuimos a ver a Frankie tocar en el Portobello. Ahí conocimos a "McGregor", un irlandés panochito que iba con un cocido que ríete tú del madrileño... Total, que nos invitó a su casa a seguir bebiendo birras, y de donde nos fuimos al terminar la segunda ronda por lo moco que íbamos ya todos (al salir volví a desbeberme casi todo), lo cuál no quitó para que, al llegar a casa, nos tomáramos unos copazos antes de irnos a la cama.
Viernes de resaca moderada (para todo lo que habíamos bebido la noche anterior), salimos por la tarde al encuentro de MariChelo y Phil para ir al concierto de un colega de éste, y que resultó parecer más un baile de ceremonia nupcial. Eso sí, al coincidir con la Cultural Night, permitían entrar al sitio con cervezas de fuera. Volvimos al centro, siguieron cayendo pintas... y cuando quisimos darnos cuenta era hora de volver al hogar, al del Mono primero, y a Madrid el sábado...
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