miércoles, 24 de agosto de 2016

Rendir cuentas

Voy a echar fuera los sentimientos de culpabilidad, porque empiezan a cargarme los pocos músculos que tengo en el cuello y la espalda.

No he vuelto a plantearme la escalada, ni retomar el bajo (el otro día casi me dejo las muñecas intentando trastear), ni la pintura... Ni siquiera he pasado del primer borrador de una carta que tenía pensado enviar hace más de 2 meses, ni pedaleo de forma regular desde hace demasiadas semanas.

Me estoy aceptando como siempre he sido, un pasota optimista, generador de ideas y acaparador de vagancia. A veces escribo algo, un simple esbozo de algo que podría crecer más, para inmediatamente dejarlo a medias o acabarlo de forma prematura. Sí reconozco que estoy leyendo como cuando era joven, devorando libros y cómics a un ritmo que ni mi cartera ni mis escasas estanterías pueden mantener, y menos mal que casi un tercio son libros de segunda o tercera mano y, por tanto, baratos. Aunque eso sí, los malditos tomos recopilatorios compensan sobremanera éste pequeño beneficio de los libros viejunos.

Me parece que la rutina que estoy cogiendo acabará con mi hígado y mi esbelta figura, pero al menos no intento ser quien no soy. Las cuentas las tengo claras, así como a la única persona a quien debo rendirlas: yo mismo.

¡Y qué puñetas! Todos acabaremos muertos...

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